Mi experiencia de Semana Santa entre Timpía y Kirigueti
En ambas misiones (que se encuentran a una distancia de 3 horas o más) se estableció un programa para Semana Santa que se difundió entre los pobladores. La fuerza en ambas misiones es la presencia de los chicos y chicas de las residencias estudiantiles con sus respectivos docentes, especialmente de los que se les hace difícil ausentarse de la comunidad – en feriado largo- y participan cercanamente de las celebraciones.
Para el domingo de Ramos se programó misa por la mañana en Timpía y por la tarde en Kirigueti. Estuve un día antes en Timpía para los preparativos. Con cruce hechas de palmas hubo una breve procesión desde la entrada de la residencia estudiantil hasta la capilla; tras la misa un pequeño compartir con los pocos que llegaron, entre ellos, docentes que laboran en la institución educativa. Pensamos que la poca concurrencia se debió porque se había programado asamblea comunal para ese día. A eso de las 9.30 am ya estaba en la playa para tomar uno de los botes que me lleve hacia Kirigueti. Efectivamente pude hacerlo y al llegar a la misión me encontré con un grupo más numeroso de personas (en realidad, en Kirigueti son más residentes estudiantiles y más profesores); hubo una breve procesión desde la plaza de la comunidad hasta la capilla y se realizó la Santa Misa.
Transcurriendo los días de la Semana Santa había peticiones de dos empresas para misas en sus respectivos campamentos; así: el martes santo presidí misa en Nuevo Mundo, con los trabajadores de la Repsol, y el miércoles santo en Malvinas, con los trabajadores de la Pluspetrol. Ambas empresas tienen convenios directos con las comunidades nativas del Bajo Urubamba, además de compromisos sociales por el uso de sus reservas forestales y lotes: siempre una situación que me cuestiona sobre el modo de ser Profeta desde nuestra trinchera. En ambas empresas hay trabajadores de diversas partes del Perú y se atendieron confesiones, sobre todo en la última, que demandó escuchar hasta cerca de las doce de la noche.
Llegando al jueves santo se había acordado que habría misa en Timpía y celebración de la Palabra en Kirigueti. Hubo misa de la Cena del Señor, lavatorio de pies y una pequeña adoración eucarística en Timpía, con los pocos residentes que habían llegado; mientras tanto, en Kirigueti se proyectó la película “La Pasión de Cristo”. Para el día viernes santo, decidimos bajar un Cristo olvidado en el cuarto contiguo de la sacristía de Timpía, y se hizo una breve procesión por las calles de la comunidad; mientras tanto, en Kirigueti, se hizo el Viacrucis con gran afluencia de fieles. Para el día sábado debía partir nuevamente a las 9.30 am de Timpía para tener la misa de Vigilia Pascual en Kirigueti.
Lamentablemente el sábado hubo mucho movimiento en el Bajo Urubamba y apenas pude tomar un bote hasta Camisea. Llegué a las 11.30 am y desde esa hora esperé pacientemente la chalupa de la misión (que ya no sale mucho, por todo el gasto que ocasiona) que me recogió a las 5.30 pm. Ya me pensaba en Camisea viviendo una noche de sábado santo sin misa por primera vez desde que tengo uso de razón, pero gracias a Dios pude llegar a las 7.30 pm para presidir la Misa. La experiencia de navegar en chalupa, en oscuridad, queda en mi interior como una experiencia realmente pascual que me invitaba a salir de mis noches a la luz.
Llegado a Kirigueti apenas tuve unos minutos para hacer últimas coordinaciones y ya estaba en la canchita de la misión bendiciendo el fuego pascual. Con los perdones a todos los liturgistas, prescindí de todas las rúbricas previstas porque debía aligerar la celebración, puesto que los comuneros llevaban más de una hora y media esperando, y además -como es costumbre a fin de mes- estaba pendiente la fiesta de cumpleaños de la residencia estudiantil. Gracias a Dios, desde los 9 años he participado de vigilias pascuas y por una iluminación creo que pude cumplir dignamente con lo necesario, terminando con los respectivos “Aleluya, aleluya”. Mientras tanto en Timpía, el profesor Ray Rosmel, investido con su cushma presidió una celebración de la Palabra en la comunidad.
Para el domingo de resurrección, en Kirigueti hubo una presencia significativa de comuneros; tal vez porque habían sido avisados de que había chocolate tras la misa. Para la misa de Timpía, esta vez, el padre Santos de Ivochote nos auxilió y llegó para la misa de las 6.00 pm. En un mensaje de WhatsApp me expresó su felicidad por la participación de la gente.
Para terminar, más allá de que la Semana Santa nos envuelve con todo su simbolismo y nos desgasta con todo su activismo, en este primer acercamiento a estas comunidades que el Señor me permite acompañar, a partir de este año, me quedo con la necesidad intrínseca de todo ser humano por acercarse a Dios, latente en estos hermanos y hermanas, en los que quisiera despertar un poco más, y unir esta convicción a la naturalidad con que llevan su vida ordinaria, de convivencia y de encuentro. Mejor: me corrijo: descubrir a Dios en su forma de vivir, disminuyendo yo para que crezcan ellos.
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