Caricatura de misionero
¡Hola otra vez! Mi nombre es Fray Joel y desde hace un tiempo -específicamente hace tres años- estoy en esto de ser "misionero dominico", aunque esta nomenclatura tiene que ser precisada. Todos los cristianos ya estamos llamados a ser misioneros; los dominicos también. Pero cuando se trata de ir a tierras lejanas (o tierras que no ac
ostumbramos visitar) para fundar "misiones" o participar de algún proyectos de la Iglesia -puestos de misión- pues ya hablamos de misioneros, muy a pesar de que también se puede hacer misión desde otros estilos y edades de vida.
ostumbramos visitar) para fundar "misiones" o participar de algún proyectos de la Iglesia -puestos de misión- pues ya hablamos de misioneros, muy a pesar de que también se puede hacer misión desde otros estilos y edades de vida.
Ahora, "misioneros dominicos", sobre todo en Perú, fueron aquellos hermanos que cruzaron la Cordillera de los Andes y se adentraron en la Selva del sur oriente peruano (según la distribución hecha a finales del siglo XIX a las congregaciones que se adentrarían en la Selva) para conocer los pueblos de esta zona. Atrás quedaban las excursiones acompañadas de colonizadores; se trataba entonces de conocer sus realidades, sin caer en el anuncio del Reino de modo abstracto, sino al fiel estilo de Jesús: Descalzándose, visitando, haciéndose amigos, enseñando, liberando... La realidad que encontraron los primeros misioneros de inicios del siglo XX fue la de los pueblos aun sometidos por la esclavitud de los caucheros que los usaron de mano de obra gratuita, que no los veían como hermanos ni como hombres. A esta situación se sumaba la postergación de los derechos ciudadanos básicos como el de la identidad, educación o salud. A su modo cultural tenían ya formas genuinas de vida, con leyes de organización propias, viviendas rústicas y una alimentación incipiente, pero que les estaba sosteniendo... A estos hermanos y hermanas de la Selva no les faltaba sueños y esperanzas, pero sí manos amigas que les ayuden a mejorar su entorno y poder gozar de mejores oportunidades frente al desarrollo en conjunto que estaba viviendo el país.
Fray Ramón Zubieta en el año 1917 fundó el boletín "Misioneros Dominicos" y acaso un nuevo modo de ser dominico en el Perú: aquel fraile que, dejando la ciudad, ingresase por amor a la humanidad a seguir fortaleciendo la vida de las comunidades nativas de esta parte de la Selva. No he tenido la oportunidad de conocer a muchos misioneros dominicos. Llegué en la última hora de la Jornada, hacia el año 2009 cuando ya se hablaba de que el Vicariato Regional de Santa Rosa de Lima (entidad española conformada por hermanos venidos de España a trabajar en los puestos de misión de la Selva), debía ser absorbido por la provincia dominicana peruana (provincia San Juan Bautista), por la falta de recursos humanos (ya no había vocaciones en España, enamorados de la misión). Fui uno de los últimos postulantes "del Vicariato" que fui sostenido en la formación por la provincia de España. Fui de los que los domingos procuraba ir a visitar a los frailes españoles que vivían en el Santuario Santa Rosa de la Av. Tacna (Lima), de los que después del almuerzo miraba las noticias de España o algún programa concurso que entretenía a los frailes, de los que escuchaba cómo le iban en el fútbol al Real Madrid o al Barza... que era una cuestión mucho más seria que ser de la U o del Alianza aquí en el Perú. Fui uno de los últimos que veía a los hermanos, ya mayores, con una vida entregada a la misión, andando con bastón o en silla de ruedas o postrados en la cama, y de repente, de un año a otro se decía de uno "se fue ya a España", de otro "falleció en la casa de Villaba o en León"... Pero todavía los vi.
Ya fraile profeso de la reorganizada provincia de Hispania, se me hizo la pregunta, en el año 2016, de si profesar para España o para Perú. Claro, lo primero no significaba que dejaría mi país; sin embargo, ante la absorción de las misiones por la provincia del Perú, decidí profesar para la provincia San Juan Bautista. Al año siguiente, para el 2017 se hizo efectiva la absorción y con ello la desaparición jurídica del Vicariato que me admitió. Fueron tiempos nostálgicos para las misiones. ¿Qué serían de las misiones en adelante? Además de que se fueron los últimos misioneros con situaciones de salud delicadas y se iniciaron asignaciones de frailes peruanos a las zonas de la Selva, la incertidumbre en los puestos de misión era latente. Yo estaba terminando la Teología y era profesor del Colegio Santo Tomás cuando pasaba esto y no era tan consciente del escenario, pues desde Lima es difícil entender las repercusiones reales en la Selva.
Para el año 2018 fui asignado a la comunidad de Quillabamba, aunque había una alta probabilidad de haber ido a Puerto Maldonado. Llegué hecho diácono y con una efervescencia pastoral que aun confundía el kerygma con la improvisación. Para cuando se me invitó a la ordenación presbiteral quise rescatar algo de la historia de los "Misioneros dominicos" pidiéndole al querido fray Samuel Torres que mi casulla tuviese el logo del extinguido Vicariato regional de Santa Rosa, ¡el logo de los misioneros dominicos! Fue una idea inocente para la época, profética ahora para mi vida. Después de vivir algunos años en Quillabamba, incluso siendo párroco cuatro años, el pasar de los años me ayudaron a madurar en cómo sentirme realizado en mi vocación, aunque uno debe dejar siempre eso en las manos de Dios.
Estando en el Alto Urubamba uno se llega enterar de muchas noticias y circunstancias de "adentro". Después de la Pandemia, hacia el año 2023, dos experiencias marcaron mi vida: Fui invitado a celebrar la Misa por los 70 años de la Misión San Pedro Mártir de Timpía, hacia el 4 de junio; y en setiembre fui hasta la comunidad nativa de Tangoshiari a celebrar Misa de aniversario y Primeras Comuniones. La primera visita me animó a la segunda. Después de estas experiencias de algo estaba convencido: "Si no hay sacerdotes por estos lugares, quisiera ser uno". Obviamente, la noticia para mi comunidad y mi parroquia, a las que quería mucho, fue tomada con tristeza, pues creo que me hice querer. Entonces, me sentía como un héroe que tenía lidiar con un tipo de batalla especial. Al año siguiente, asignado ya a Kirigueti, llegué con esos aires desenfocados, queriendo ser el misionero que viaja y anuncia, que propone estilos de ser Iglesia como me había acostumbrado en Quillabamba. Y aunque había advertido a las hermanas dominicas del Equipo que mis capacidades técnicas eran limitadas (casi nulas), pensé que era bueno en la predicación y la pastoral.
Estar en Kirigueti medio año me hizo bajar del caballo. No solo aparecía una neblina en la forma de entender las realidades de la Amazonía sino que había una neblina alrededor de mí. ¿Qué pasó? Pues lo que a todo principiante de misionero le pasa cuando "se casa" por adelantado con una idea sin antes haber pisado tierra. La hermana Arlette solía decir que en las misiones hay que "saber estar" y esto me parecía tan sencillo y tan difícil de practicar. Quisiera pensar que esta crisis me duró unos cuatro meses. La visita a las comunidades de Montetoni fueron definitivas para poder pasar del "no saber estar" a al menos "querer estar".
Suelo decir que soy una caricatura de misionero. No tengo ni el porte ni la barba, ni la voz ni el apetito, ni la palabra meditada ni la osadía de los históricos misioneros dominicos, pero aquí voy descubriendo que mi presencia no es la que transforma, sino que es el mismo Dios es quien nos usa y usará para la misión. Hoy es fiesta de la traslación de nuestro padre Santo Domingo y quisiera que mi vida dominicana siga siendo iluminada por él, que me invitó desde mi barrio de niñez a ser misionero en otros lugares. Cumple, Padre, tu promesa, con tu oración, ayúdame.
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