El saco de papas

 

En la Amazonía la tierra no da papa, no es su ambiente. Por eso hay que traerla de otros mercados.

 

Un día, un fraile de Kirigueti se dispuso a recoger un saco de papas que la comunidad misionera había encargado al mercado de Sepahua. Como el cuerpo no le daba para cargarlo desde la playa hasta la casa-misión (distaba un kilómetro), llamó a un motocarguero para el servicio. Después de recoger el saco de papas y otros alimentos se dirigieron hasta la casa. De repente una señora advirtió, casi llegando al destino: “¡Padreeee, tu papaaaaaa!”. Cuando se dio cuenta, el saco estaba roto, y una de las tablillas que hacían de base para llevar la carga, también. Por ahí se había ido cayendo la papa. Ni el conductor ni el fraile se habían dado cuenta porque estaban en los asientos de adelante.

 

Como es difícil y costoso conseguir papa en la Amazonía, ni modo, el fraile, tuvo que recuperar lo que se pudiera…

 

Y algunas papas habían caído en medio de la pista, donde transitan otros vehículos, y habían sido aplastadas y condenadas a su inutilidad total; otras saltaron hasta el borde del camino, y fueron encontradas quiñadas, y fueron rescatadas y puestas en el saco para salvarlas del olvido; otras papas cayeron entre piedras y no les pasó nada, se encontraban casi intactas; y finalmente un grupo de papas fueron imperceptibles a su hallazgo. Con un cálculo rápido el misionero se dio cuenta que había perdido casi un cuarto del quintal de papa que se había pedido, porque la Amazonía no da papa.

 

(Parábolas en la Amazonía)

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