Sangre del Campo hay en mis venas


46 años de las Comunidades Cristianas Campesinas de Quillabamba se cumplieron este último 29 de junio. La celebración tuvo sitio en la Escuela Santa Anita de la misma ciudad. Dicen muchos que la mayoría de los participantes llegaron más por el jugar el Bingo que tenía como premio mayor s/ 1,000.00 soles que por la misma Santa Misa. Pero... me tiene sin cuidado. Son muchos los caminos de los cuales se sirve el Señor para atraer a sus hijos. 

En esta edición, Fray Luis Verde, Op recibió la misión de dirigir una homilía en agradecimiento a nuestros hermanos y hermanas campesinos, mientras que la presidencia estuvo a cargo de Mons. Paco, sin mitra y sin bastón, como de costumbre alardea en medio de su humildad. En medio del color, la alegría y el agradecimiento, puesto que era una celebración multitudinaria, luego de dos años de pandemia, Fray Luis nos recordó que el contexto de la fiesta es el testimonio de San Pedro y San Pablo, las piedras de la Iglesia de las cuales se sirvió Jesús para la evangelización de los pueblos... Y afirmo con entereza que muchos de los que ese día fueron homenajeados, y aun tantos por homenajear, han sido y son para nuestras actuales comunidades ejemplos de piedras vivas... 

En los últimos cinco años de mi vida he ido conociendo cada una de estas bellas comunidades. Con orgullo puedo decir que ya he visitado a todas, y que me sé los nombres de las cerca de 60 que hay en nuestra jurisdicción. ¡Quién iba a pensar! Ayer me memorizaba nombres de pokémon, hoy memorizo nombres de los pueblos que amo con todo el corazón. ¿Puedo decir que hay sangre del campo en mis venas?, ¡pues ya quisiera!

La experiencia de la visita a los campesinos te hace no solamente hermano, sino padre. Ellos y ellas a uno le saludan así, y lo ven a uno así. Esperan de los asesores y asesoras acompañamiento, corrección, discernimiento, "una palabra", "una mirada", "un reconocimiento", "un ánimo". No sé si estamos a la altura de las circunstancias, pero sé que nos necesitan. Y no solo de que vayamos a verlos, sino que compartamos la misma sangre que corre por sus venas, para ser más familia y no solo "administradores de sacramentos vacíos". 

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