¿Dónde están los ladrones?


Hoy es Black Friday, una forma que ha ideado nuestra sociedad capitalista (lo siento, tengo que decirlo) de invitar a todas las personas de este lindo planeta a que inicien sus compras navideñas a partir de hoy; sí, exactamente a un mes de la Navidad. El término “Black friday” significa inmediatamente “Viernes negro” y tradicionalmente recuerda los viernes terribles que vivía la gente, un día después del día de Acción de Gracias (en EEUU) en medio del tráfico y las miríadas de personas que regresaban a sus casas luego de encontrarse en familia. Hoy, sin dejar de ser viernes negros, los centros comerciales ofrecerán grandes descuentos y ofertas, inaugurando prácticamente el mes de mayor consumo del año, el mes en que se convierte casi en un derecho recibir “algo” (específicamente material) por Navidad.

No es para menos que sea una oportunidad para decir una palabra sobre el consumismo que atañe nuestros días: “valor” para la esfera mundial globalizadora y capitalista y “anti-valor”, también, para este mundo que necesita más que nunca llenar los clósets de nuestras conciencias con valores morales. Y es que, en realidad, nuestros baúles interiores se llenan de muchas cosas que no necesariamente necesitamos. No soy tal vez un referente moral para decir esto, pero creo que es más lo que tenemos que lo que somos.

Por esas diosidencias de la vida, la Liturgia de hoy nos pide reflexionar el evangelio de Lucas 19,45-48, en el que Jesús echa a los vendedores del Templo por haber hecho del Templo una “cueva de ladrones”. Me preguntaba entonces, ¿qué ladrones están llenando el templo de mi corazón? Porque, de hecho, todos necesitamos una “barridita”. Hay cosas que están ocupando el espacio que debe tener Dios en mi vida, y no son solamente los tantos polos y libros que tengo en mi habitación. ¿En qué momento dejé que entraran ladrones a mi Templo?, ¿en qué dimensión de mi vida, en qué parte de mi Templo están escondidos?, ¿quiénes y dónde están esos ladrones?

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