Despertando al compromiso
El último 12 de septiembre hemos
recordado 24 años de la captura de una de las cabecillas más importantes del
conflicto armado interno ocurrido entre 1980-2002: Abimael Guzmán. Esta
noticia, además de ser histórica, me parecía anecdótica. A mis 28 años y proveniente
de una ciudad lejana a los acontecimientos ocurridos (Lambayeque) caía en la
cuenta de que no estaba muy enterado de todo lo sucedido. Durante la etapa
escolar casi nunca se nos fueron revelados estos pasajes de nuestra historia
peruana, a menos alguna sencilla mención. Y por más que busco alguna
explicación, en realidad, no lo entiendo. Solo llegan a mi mente algunas
escenas en que junto a mis hermanos mirábamos en la televisión cómo algunas
familias pasaban la navidad en vigilia reclamando que los rehenes de la
Embajada japonesa pudieran verse libres. Rezábamos, en todo caso, por ellos,
sin saber qué había detrás de toda esa historia.
Fue en el año 2010, cuando era
postulante y asistía al ISET, que la hermana María Julia Ardito nos dejó como
tarea leer, para el curso de Psicología, un artículo de la Comisión de la
Verdad y la Reconciliación que trataba sobre la violación de los derechos de la
mujer en el conflicto. Mi sorpresa fue grande para esa época: me encontraba con
testimonios realmente crudos e inhumanos. Pero ni eso me había animado a
investigar o a leer un poco más sobre la situación. Como suele pasarnos a los
estudiantes, "cumplimos la tarea sin promover un mayor compromiso".
Recuerdo que, en otra oportunidad, tres años después, nuestro profesor de
Filosofía Política y social, Juan Gonzáles, proyectó un video sobre los casos
de esterilizaciones forzadas que se dieron durante el gobierno del
ex-mandatario Alberto Fujimori, muy querido -a propósito- en muchas partes del
país por haber "asistencializado" a la población. El resultado volvió
a ser el mismo: impresión momentánea, pero no compromiso.
Creo que son los años que van
pasando los que hacen a uno más maduro para poder consolidar sus ideales. A
partir del 2014, y gracias a que un gran amigo me obsequió una radio, empecé a
escuchar noticias todos los días por la mañana. Personalmente, solo me
informaba leyendo los titulares de los periódicos o acudiendo los domingos por
la noche para ver el informativo semanal. Muchas veces, confundimos nuestra
formación para la vida consagrada y sacerdotal como una formación espiritual
que busca una relación de Dios intimista, o bajo el cumplimiento de unas normas
de vida que solo nos hacen "cumplidores de la ley". La formación
inicial es una etapa importante para aclarar nuestras motivaciones y sueños,
pero creo que ad portas de culminar mis estudios, por fin ha llegado
el complemento de mi fe.
Ahora, mi conciencia política y
social ha dado un gran giro, debido también a mi entusiasmo por las
comunicaciones... Quiero saber más, quiero enterarme más de lo que pasó, ¿por
qué no se creó en mí una conciencia social comprometida? Porque, en realidad,
este es un aspecto importante de nuestra conciencia cristiana y católica: ¡el
compromiso!No puedo dejar de mencionar que las respuestas y propuestas de
nuestro papa Francisco en los temas cotidianos que embargan a todo hombre de
buena voluntad han calado mucho en mí. Sin embargo, leyendo la tradición de mi
comunidad de fe encuentro que no es el pionero... en el siglo XX la Iglesia
volvió a concientizar su carácter social, comprometiéndose con las
guerras y luchas de los pueblos y de las personas. Yo, recién lo descubro. Me
gustaría que muchos de mi generación también puedan hacerlo; muchos llevan una
sana delantera. ¿Te animas al compromiso de conocer tu historia para hacer algo
por ella?
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