¡Hasta luego, Fray Julio!


Una sonrisa dibujaba su rostro, que no necesariamente estaba permanente físicamente, pude captar el sábado 21 de mayo del 2016, cuando Fray Julio se acercó a saludar a quien llamó su "profesor" de Biblia. Este hermano, "Fray Julio", como todos le conocemos, es de esos hombres siempre agradecidos y confiados en Dios. Aquellos entrañables varones educados "a la antigua", que conservan grandes principios morales dentro de sí... algo que muchos de nosotros hemos recibido y hemos olvidado, o que, lamentablemente, para muchos pequeños y pequeñas hoy, no vienen recibiendo... En fin, ¿Qué puedo decir de Fray Julio tras su despedida el último sábado 10 de septiembre del 2016 a las 10:00 a.m. desde el convento de Santa Rosa de Lima al Santuario de la Virgen del Camino en España? Pues que lo conocí cuando tenía más o menos 9 años. Era el frailecito con cara de "amargado" que llegaba todos los sábados por la mañana al UPIS Santo Domingo en Lambayeque, acompañado de Fray Javier Anís (¡otro inolvidable hermano!), trayendo pan y plátanos de seda para los pobladores de esa zona. Luego, recuerdo muy bien que mi primera experiencia directa fue en la confesión. Era de temer...

Muchos preferían ir a la cola donde fray Javier confesaba; porque el tremendo fray Julio era capaz de salir del confesionario y echar un par de cocachos a los niños y niñas pecadores. Nada más "in-misericordioso", podría decirse hoy. Hasta mi papá aun tiene el dolor de los cocachos que le propinó en su colegio, cuando él enseñaba religión en el glorioso Juan Manuel Iturregui. Sin embargo, me quedé ahí, en la cola, esperando mi turno. No es que era un santo y podía superar el récord que le podría gustar a mi confesor. Simplemente sentí pena de que todos fuera a confesarse a un lado, mientras el pobre estaba sentado allí, sin clientes. Mi primera confesión fue inolvidable... no solo porque todos me preguntaban: "¿Y no te pegó?", sino porque pude encontrar la otra cara de mi querido Fray. Desde entonces, le quise mucho... Y él también, porque quería que me hiciese fraile... Ese era otro pasatiempo favorito de fray Julio: Andar preguntándole a todo joven: "¿No quieres hacerte fraile dominico?"

Con Fray Julio nos reuníamos los integrantes del grupo de acólitos "Santo Domingo de Guzmán" de la Parroquia de Lambayeque para ver películas en la sala de su casa. También, se acercaba todos los veranos durante los recreos de las escuelitas vacacionales de la parroquia. Y durante los paseos era el fraile inconfundible: Siempre llevaba su hábito, ¡hasta en la playa!, ¡con sol y todo! Siempre quería dar a conocer que amaba su Orden, la Orden que lo había acogido. La Orden que ama en extremo, pues cuando bautizaba a los niños, no dudaba en agregar "segundos nombres" a los neófitos en la fe... A los varones les bautizaba, naturalmente, como "Domingo", y a las mujeres les ponía "Rosa", pues ella es una de sus grandes pasiones...

Y cuando apenas iba conociendo el carisma de esta familia (no sabía que existían otros), resultó que los frailes dominicos abandonaban Lambayeque para siempre. Por falta de personal para abastecer tanta labor pastoral, la diócesis de Chiclayo les pedía la parroquia. Todo Lambayeque reclamó y echó lágrimas tras la partida. Los dominicos estuvieron en la ciudad heroica por más de 75 años, y ahora se retiraban. Recuerdo muy bien haber participado en la actuación central de despedida, y por esas causalidades de la vida, pudimos llegar junto a mi amigo Jhonatan Llanos al aeropuerto, aun cuando no teníamos permiso, y aun cuando no conocía bien Chiclayo... tenía ya 13 años. Nuestras lágrimas se derramaron y nuestras manos se juntaron para prometernos que seríamos dominicos como esos frailes que se iban y nos dejaban el corazón roto, como ese fray Julio, tal vez tan recto, pero sí tan auténtico, tan original, tan amante de lo que es y para lo que Dios lo había llamado. 
Nunca pensé que 15 años más tarde pudiera estar escribiendo esta historia. Y en otra oportunidad, de cómo nuevamente se juntaron nuestras vidas para cumplirla inocente promesa. 

Comentarios

  1. Verdadera un gran amigo de todos, solo le digo un hasta luego Fr. Julio Madueño Brendel, porque siempre será un gran amigo donde esté.

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  2. Fray Julio gran amigo de mi familia, gran amigo para nosotros los Lambayecanos, es una pena que ya no esté acá en Perú pero se que todos nosotros estamos en sus oraciones.Siempre estará en nuestro corazón y recuerdos de todos los que recibimos la clase de religión,o fuimos a una Misa , o cuando nos confesaba. Un abrazo a la distancia.

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    1. Gracias por tenerlo siempre presente. No sabes cuánto me alegra. Oremos por él y su salud!

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  3. Recuerdo el dia que me case como toda mujer que tiene la ilusión de estar radiante en esa fecha especial me demore en llegar a la iglesia y me dio un reverendo jalon de orejas(es decir me llamo la atención y me dijo habeis venido 15 después ) inicio la ceremonia sin mi presencia y me aclaro que solo me casaba por que era su catequista y que si no lo fuera hubiese suspendido la ceremonia.y en verdad que si lo hacia.fray julio madueño.todavia tengo el crucifijo que me regalaste cuando los trajiste de españa.gracias por todo y te llevo siempre en mi corazón.con mucho amor .#pilarangeles

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    1. Jeje.. siempre ocurrente... Gracias por tenerlo siempre presente. Oremos por él y su salud!

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