Práctica delincuencial

"Se trata, efectivamente, de prácticas culturales que debemos desterrar... (se debe) informar a las niñas y adolescentes -sobre todo- que es importante postergar sus relaciones sexuales y si van a ser, que deben ser protegidas"... "si es en abuso sexual se debe prevenir..." - Así se expresó Ángela Hernández, Ministra de la Mujer, a mediados de junio, cuando se le preguntó sobre las desafortunadas declaraciones del Ministro de Educación, Morgan Quero, quien había dicho que las violaciones a niñas awajún por parte de docentes, trabajadores del Estado, eran "prácticas culturales". 

Hasta la fecha, ninguno de los dos ministros han desterrado el uso de la construcción "práctica cultural" para referirse a, por supuesto, sin medias tintas, un condenable delito que avergüenza nuevamente la mentalidad de quienes nos gobiernan. Lejos de un atisbo de perdón, la presidenta Dina Boluarte, en su mensaje por el día del padre, lanzaba un mensaje de "vigilancia y protección" a los niños y niñas del Perú (haciendo alusión al tema que estaba en boga) sin condenar las afirmaciones de los integrantes de su gabinete (panorama difícil para ella) y sin denunciar vivamente el destape que hizo el diario La República, en un informe enviado a la Unidad de Gestión Educativa Local (UGEL) de Condorcanqui por Rosemary Pioc Tena, presidenta del Consejo de Mujeres Awajún. Según ese documento, al menos 524 casos de violencia sexual fueron cometidos por docentes contra escolares entre 2010 y los primeros cinco meses de 2024. En algunos colegios, incluso, los agresores contagiaron a los menores con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Horror, vergüenza y dolor. 

Horror es manchar el término "cultura", que implica consenso de un grupo social en afinidades afectivas, sociales, costumbristas que entretejen una historia común. Si bien es cierto hay culturas que habrían propiciado (o propician) el adelanto de una especie de compromiso parental y hasta la maternidad en mujeres-niñas, ese tipo de contratos se hacen bajo normas de pares: familias que eligen este tipo de destinos en su tradición, por el bien de la tribu, del clan, de la familia. Podemos estar de acuerdo o no, pero estas situaciones aun son percibidas en muchas comunidades del mundo. Y cuando no ha habido un consenso entre las familias, la comunidad denuncia la deshonra que se sufre y se aplican diferentes normativas. Muchos pueblos nativos tienen bien claro lo que es cultural y lo que es inmoral y reprochable. Es un horror hablar de "cultural" el acto de violación sexual por parte de una persona que ejerce una autoridad (como es el caso de un docente) sobre una niña o una adolescente. Esto NO SERÍA, NO ES, NI SERÁ nada que pueda ser llamado propiamente como "cultural". Primero porque no hay consenso. La sociedad tendría que estar más enferma de lo que ya está para "consensuar" este tipo de delitos. Segundo porque hay claramente un delito como consecuencia de un abuso de poder, del que hace uso indiscriminado de su rol de tutor sobre alguien que es subordinada a una situación a la que es llevada, aun cuando muchos aludirían un atisbo de "consentimiento". Señores y señoras: en una niña y adolescente no se puede hablar de "relación consentida". Tercero (y pueden haber más), porque estamos hablando de trabajadores del Estado. Podríamos avergonzarnos por el hecho solo de que sean docentes (enviados a cultivar educación y esperanza a los niños y niñas del Perú), pero se trata también de ejecutores que reciben un salario con el dinero de todos los peruanos y peruanas. Están para servir, no para perjudicar: para educar vidas, no para arruinarlas. 

Práctica cultural NO. NUNCA. Práctica delincuencial es lo que es. La delincuencia se ha hecho práctica. Cuando uno ejerce autoridad sobre otros puede llegar a convencer y normalizar sus modos de pensar, hasta hacerlos "práctica". Estoy seguro de que si se revisara cada caso de los informados, que son más que una simple estadística, hay muchas vidas que han sido condenadas a una práctica totalmente repudiable. En casos de violencia sexual los procesos son realmente dolorosos: la vergüenza, el miedo, la amenaza, el rencor, la frustración y tantas otras situaciones confluyen en un silencio que puede convertirse en cómplice perfecto para el perpetuador, fantasma abominable para las víctimas. 
Cuando la ministra declaraba sobre el tema, la fijación de sus palabras iba hacia una especie de "prevención" por parte de las niñas: "informar a las niñas y adolescentes -sobre todo- que es importante postergar sus relaciones sexuales y si van a ser, que deben ser protegidas". O sea, se estaba denunciando un delito, y ella no denunciaba al victimario, sino que hacía recomendaciones a las víctimas. Y es que deja qué pensar: si no hay concepción de delito en la Ministra de la Mujer, las víctimas están perdidas en su nebulosa. 

Hay muchas cosas que se remueven en las entrañas de quienes hemos acompañado y escuchado testimonios de mujeres víctimas de abuso. Vienen a mi cabeza preguntas que eclosionan aun más indignación: ¿Y qué de los casos no denunciados?, ¿cuál es la preparación psico-afectiva de nuestros docentes?, ¿qué concepción se tiene de "cultura" y "práctica cultural" de nuestras comunidades?, ¿qué concepción de la Mujer tienen los "colonos" que llegan a una comunidad originaria?, ¿cuántos casos más pueden salir a la luz en cada UGEL local?

El descrédito del gobierno actual y la corrupción del Estado en muchos de sus funcionarios que encubren, apañan, postergan y silencian casos de miles de niñas sería una cuestión inacabable, y desde ya llena de hartazgo nacional. Pero todo este torbellino de falencias y desatinos solo nos están diciendo una cosa: nuestras niñas no están protegidas en una sociedad delictiva. Toca velar por ellas en cada circunstancia de sus vidas. 


Comentarios

  1. Hay tantos discursos que pretenden normalizar el abuso, como dices es justificar un delito que deja secuelas tan profundas en las víctimas. Creo también que es denostar a las culturas nativas atribuyendo prácticas, ya que supuestamente se encontrarían en un nivel inferior a nivel ético. En ningún momento se ubican en la piel de las niñas afectadas, o sea la víctima podría ser responsable por no protegerse. Que triste lógica.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares